-Estoy enamorado de ti – me dijo en voz baja.
-Augustus –dije yo.
-Lo
estoy.
Me miraba fijamente, y yo veía cómo se le arrugaban las
comisuras de los ojos. -Estoy enamorado de ti, y no me apetece privarme
del sencillo pacer de decir la verdad. Estoy enamorado de ti y sé que el
amor es solo un grito en el vacío, que es inevitable el olvido, que
estamos todos condenados y que llegará el día en que todos nuestros
esfuerzos volverán al polvo. Y sé que el sol engullirá la única tierra
que vamos a tener, y estoy enamorado de ti.
-Augustus – repetí.
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